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lunes, 20 de mayo de 2019

"Bajé el precio: Y NO VENDO"

Ante todo voy a aclarar que soy ciudadana "Argentina", y este país da para todo, es increíble la cantidad de experiencia que se puede acumular en un país cuya volatilidad diaria es constante y siempre al borde del caos total.
Ser argentino es una forma de entender al mundo de los negocios, al mercado y a tu público objetivo en particular. Puede sonar burdo e impropio pero los argentinos nos creemos tan piolas en los negocios que siempre vamos aumentando el precio "por las dudas" y así creamos una inflación que podría no ser tal, pero es el ADN nacional.
Nuestro enamoramiento constante es con el dólar, como sí no existiera una identidad de país, y yo dudo que la tengamos. Un país constituido como un crisol de razas, predominantemente europea y sin una población originaria que le de su fisonomía como argentinos y argentinas. Somos hijos de "otros" y siempre nos hemos sentido un poco huerfanitos a la deriva por el mundo soñando con una identidad europea o norteamericana que nos dé mas glamour, siempre mirando afuera, el eterno problema argentino.
Pero, volviendo a los precios: Hoy estamos en la debacle económica más atroz de que yo tenga memoria (ya llegué a los 50 años), he pasado la hiperinflación de Alfonsín y el 2001 famoso, pero ésta situación es la peor de los dos siglos pasados. Un mercado interno desmembrado, desalentado, sin dinero y ajustándose cada día sin llegar a fin de mes. El peor de los escenarios para la industria nacional, nadie vende nada. La desesperación nos lleva a tomar decisiones desacertadas para nuestro negocio, o pyme grande o pequeña. Es cierto que los costos fijos está aniquilando a miles de empresas y en estos contextos conviene ser pequeños a ser grandes, para poder soportar dichos costos.
Sube el dólar, suben las tarifas, suben los salarios (menos que la inflación), suben los costos de alquiler, etc, etc, la ganacia se va licuando y escapándose entre las manos al punto que no llegamos a fin de mes. Y ahí empieza la desesperación del vendedor: "Bajemos los precios", así venderemos mas cantidades.
Pero...luego de un tiempo...nos damos cuenta que hemos fracasado.
Es sencillo...el cliente cuando va a realizar una compra se fija en el precio pero no sólo como una unidad monetaria, sino que el precio le está comunicado "atributos del producto", es decir, si tu precio era alto para el cliente quería decir: "mejor calidad", si al mismo producto le bajas el precio, el cliente puede interpretar que has realizado un cambio en el mismo y ahora tiene "menor calidad", porque la calidad se percibe por lo general "por el precio".
Hoy veo gente llorando porque bajó el precio y vende igual o menos que antes, es que hay que estudiar la experiencia del consumidor y la relación con el producto, no es sencillo, no hay que precipitarse.
Gente hagamos estudio de mercado, de contexto, de horizontes de planeamiento, de experiencias psicológicas del consumidor con respecto al producto, pero no tomemos decisiones apresuradas, menos aún viviendo en Argentina. 
Es mi deseo que a partir de este diciembre podamos empezar una nueva etapa, que realmente sea beneficiosa para el emprendedor, la industria y la clase media. Seguiremos charlando al respecto. Un saludo para todos.

"Bajé el precio: Y NO VENDO"

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